IRIZAR. (Textos iniciales e imágenes Jose Etxegoien).

Buscamos sin encontrar Irizar. Dice el mapa que está situado entre la  confluencia de los barrancos, el Txurrita y el Poche, bajo la cima del Mendigaina. Lo que sí encontramos es la unión de los dos arroyos y la cumbre del monte, que aparece por encima nuestras cabezas. Es posible que ya no quede ya ni rastro del pueblo. El borde del camino, en un gran trecho, se encuentra ocupado por restos de coches y electrodomésticos viejos y oxidados. Parece inexplicable como hayan podido aparecer aquí.

Saturnino Napal, 2004

El término de Irizar aparece en un plano catastral hacia 1880, indicado como si hubiera sido un antiguo enclave o lugar habitado, similar en el mismo plano a Oray, que si lo fue. Urtasun es el único investigador que lo cita, indicando que bien pudiera ser el poblado de “Iriberri” citado en 1428, y diferente del otro Hiriberri-VIllanueva del valle, junto a Arrieta. Indica que al despoblarse podía haber quedado con el nombre de Irizar, pueblo viejo, en oposición a su nombre cuando estuvo habitado, pero es difícil esta derivación. También cita al poblado de Sarasu, que sí existió en el camino de Artozki a Olozi-Uloci, apareciendo en la documentación como Villanueva-Sarasu, e insiste Urtasun que en la documentación es diferente al citado Iriberri e Irizar. Afirma además que existen ruinas en el entorno.

La ubicación no está clara, se cree que estaba al norte de Arizkuren, como se ve en el plano del siglo XIX, y  estuvo aproximademente en una altitud entre 700-750 m.

HEMEROTECA Y CURIOSIDADES

12-V-1900. Asesinato. (Napal, 2004). Buscamos sin encontrar Irízar. […] La zona, solitaria hoy, trae a mi memoria un crimen contado por Ramón Lapesquera y que se desarrolló aquí, el 12 de Mayo de 1900, entre los montes Chastoya y el Mendiguibel. Asesinato montaraz y primitivo, digno de un cartel de ciegos. El pastor Pedro Laplaza descerrajó un tiro a otro pastor, Martín José Equiza, por una disputa sobre los pastos. Luego, ya en el suelo, le asestó diez cuchilladas “cabriteras” hasta que acabo con su vida. ¡Qué elemento el Pedro Laplaza! Imaginamos el campo de entonces como el de hoy, verde e idílico. Tras el asesinato, las ovejas de uno y otro, solas, en un careo diferente y al pobre Equiza desangrado y roto a navajadas en el húmedo suelo. Toda la escena bajo un cielo azul, dominado por un sol brillante e indiferente. Luego el asesino huyó por el monte, se supone, hasta la frontera francesa. El juez de Aoiz remitió la orden de búsqueda y captura el día 8 de Junio. Había trascurrido casi un mes desde el asesinato y es seguro que para entonces Pedro Laplaza estaría enrolado en la Legión Extranjera francesa o trabajando en Orán.